martes, 3 de agosto de 2010

Ella buscaba en su armario
porque había perdido la razón,
yo exprimía diccionarios
para poder hacer una canción
.
No me acuerdo muy bien
cuántos besos dejamos en cada esquina
,
pero imposible olvidarme
de aquel cuarto donde aquella noche subió
la adrenalina.
Y se juntaron Rosario y la Capital,
se juntaron el bien y el mal,
se juntaron dos almas en una sola
se juntaron Sabina y Piazzolla.
Se juntó una religión que era puro corazón
con otra que nunca existió
,
se juntaron dos camas y no alcanzaban
para tanto fuego, tanta acción,
tanto descontrol.
Elegimos el colchón más chico
y pareció de dos plazas,
cuando el colchón terminó bienvenido fue el piso
del comedor de su casa.
A cada beso caía una estrella,
cada arañazo calmaba el dolor,
cuando me acuerdo de èl
levanto mi vaso y brindo
a donde quiera que estés

por nuestra canción.

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